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Soy una mujer encontrando mi voz.




Encontrar nuestra voz como mujeres no se trata de elegir una nota y cantarla de por vida; no es algo tan simplista como reducirnos a una idea de mujeres que poseen tales o cuales cualidades. La voz de las mujeres es mucho más una orquesta que un sólo instrumento, es más una compleja armonía que un simple acorde. Encontrar nuestra voz es descubrir todas las notas que se concentran en nuestro yo más profundo y reclamar nuestro derecho de expresarlo como la canción que es exclusivamente nuestra para entonar. Esta canción personal puede ser diferente cada día, porque somos diferentes cada día, y por ello encontrar nuestra voz tiene que ver con ser libres de cambiar nuestro tono sin que seamos etiquetadas de cambiantes, o criticadas por no apegarnos a lo predecible. 
Y por sobre todo y más allá de todo, se encuentra esto: una mujer que ha encontrado su voz, que puede expresar la sinfonía de su corazón, la sabiduría de su alma, la fortaleza y belleza fenomenal de su ser, el conocimiento que yace en su mente; es una mujer que es libre de ser con fidelidad y verdad, exactamente la persona que vino a ser desde su nacimiento.
En cambio, mientras más notas, acordes y melodías de experiencias en nuestro interior se pierden, o permanecen retenidas por temor, más dejamos de ser libres.
Y esta falta de libertad no nos afecta sólo a a nivel individual, sino a todas las mujeres, y a todos los seres sintientes del planeta; ya que no estamos separados los unos de los otros. Cuando una mujer se torna más libre, todas las mujeres lo hacemos. Mientras más y más mujeres recuperan esa libertad, más espacio hay para que la divina energía femenina ocupe su lugar, femenino que propicia las relaciones y la conexión con el Cielo y con la Tierra, para derramarlo en un mundo que necesita desesperadamente más y más de esta cualidad esencial.




Janet Quinn.

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