Ir al contenido principal

Volver a empezar.


Todos los años encierran un aprendizaje. Para eso estamos aquí. Por esa razón es la que encarnamos. La de experimentarnos para que nuestra conciencia, aquello que "pensamos" de nosotros mismos, se expanda. Por eso es vamos cambiando. Y con ese cambio, el cambio de todo lo que nos rodea.

Siento que el 2011 fue un año especial, un año significativo entre tantos otros. Y esta experiencia la siento compartida con el mundo. La mayoría de la gente con quien conviví en el 2011 también tuvo que dejar partir algo que consideraban importante para su vida: una relación, una carrera, la comodidad financiera o algún rasgo de su personalidad que creía imposible de cambiar. El 2011 nos empujó a hacerlo. Nos mostró nuestros propios miedos y nos asustamos. Pero, lejos de correr, nos animamos a enfrentarlos con valor.

Estamos transitando un tiempo revolucionario, la antesala a una nueva manera de vivir. Pero esa revolución, manifestada con cierto caos en lo externo, está ocurriendo en nuestro interior. Por eso es que encontrar la paz en estos días es el tesoro que muchos buscamos conseguir. Y para alcanzarla hemos tenido que purificarnos, soltando aquello a lo que estábamos atados y creíamos que "sin eso, no podríamos vivir". Por eso convocamos a fuertes tormentas para que se llevaran lo que nos pesaba, nos distraía o, simplemente, no nos dejaba ver más adelante en el camino.

2012 será un tiempo para reorganizar la energía, para tomar decisiones, para afirmar nuestros propósitos y para darle forma a aquello que realmente deseamos en el área donde el huracán haya golpeado: las relaciones, el trabajo, las finanzas o nuestra personalidad. El 2012 marca el tiempo para volver a construir, pero eligiendo conscientemente, cuidadosamente, un nuevo modelo.

Dediquemos un momento para agradecer a la tormenta y otro para abrir aun más nuestra mente y el corazón para saber elegir con responsabilidad lo que vamos a crear.

Confiemos, demos el paso, entreguémonos a lo que viene.

Esta semana recordamos a Jesús, el que se hizo Cristo a los 30 años cuando pudo despertar la máxima conciencia a la que tenemos acceso desde esta dimensión. Y cuando se "dio cuenta", nos dejó una formula infalible para convertir cualquier infierno en paraíso: amarse, amar a los otros y abrirnos a un amor superior, mas grande del que nuestra mente pueda jamás imaginar.

Comencemos entonces, a tratarnos mejor, a tratar mejor y cuando no podamos hacerlo, a confiar en que hay un amor mas grande que puedo dejar colar en mi corazón.

El 2012 es un campo verde, con nuevo aire para respirar. Un escenario ideal para que nuestra vida vuelva a empezar como si nunca nada hubiera pasado.



Julio Bevione.

Fuente: Inspirulina.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.