
Mi pensamiento puede evolucionar (y es más que saludable que así sea), mi manera de ver las cosas hoy puede ser radicalmente distinta a cómo las veía ayer, pero entre uno y otro momento, o entre las dos ideas, debe haber un hilo conductor del proceso que permite comprender el cambio de los conocimientos y del proceso. Los dos pensamientos, aunque contradictorios, son congruentes; uno con la persona que yo era en ese momento, y otro con la que soy ahora (asumiendo de paso que ya no soy el mismo).
Hoy puedo ser de izquierdas y mañana de derechas; hoy pueden gustarme las rubias y mañana las morenas (o los morenos); hoy puedo ser católico y mañana musulmán, ateo o judío; hoy puedo ser del Madrid y mañana del Barcelona (bueno, bueno, tanto no…), pero lo importante es que en todo momento esté siendo fiel a mi manera de sentir y pensar. No es lo mismo ser contradictorio con mi pasado (quizá eso sea incluso deseable como pauta evolutiva) que ser incongruente aquí y ahora.
Una vez más recuerdo la parábola del hombre que llora frente a su maestro, quejándose de una imagen que lo atormenta.
-Pienso en el día que llegue al cielo. Quizá Dios me esté esperando para preguntarme por qué no fui como Moisés, como Jesús o como Gandhi…Me angustia darme cuenta de que no voy a poder darle más que excusas absurdas…
El maestro lo mira y le dice:
-A mí me pasa igual… pero diferente. Si cuando yo llegue al cielo, Dios me hace esa pregunta, sé que tendré mucho para argumentar. Sin embargo, si apenas llegue al cielo, Él me preguntara “¿Por qué no fuiste como realmente eres?”, sé que sólo podría bajar la cabeza y quedarme mudo, porque no tendría ni una sola respuesta para dar…
Jorge Bucay.
Muy buen texto, creo que todos vamos cambiando nuestra forma de ver la vida simplemente x lo que nos va tocando vivir. Pero como dice la entrada hay que ser congruentes. Te mando un beso enorme.
ResponderEliminarGracias Ser Bohemio, ojalá hayas tenido un precioso día.
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