El maestro zen le encargó al discípulo que cuidara del campo de arroz. El primer año, el discípulo vigiló que nunca faltase el agua necesaria. El arroz creció fuerte y la cosecha fue buena. El segundo año, el discípulo tuvo la idea de añadir un poco de fertilizante. El arroz creció rápido y la cosecha fue mayor. El tercer año, colocó más fertilizante. La cosecha fue aún mayor, pero el arroz nació pequeño y sin brillo.
- Si sigues aumentando la cantidad de abono, la cosecha del año que viene no tendrá ningún valor–dijo el maestro.
“Fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco. Pero si le ayudas demasiado, lo debilitas”.
Paulo Coelho.
Muy buena.
ResponderEliminarHola Pao, muy cierto y verdadero este consejo, ayuda la necesaria, si es demasida se vuelven dependientes de aquello que se les otorga, más que ayudar a vivir, enseñar como vivir.
ResponderEliminarUn abrazo
Ambar.
Efectivamente, ademas, las lecciones más importantes, suelen aprenderse en los momentos mas dificiles.
ResponderEliminarNuestro aprendizaje se produce a traves de descubrimiento. Descubrimiento de que es lo que nos torna feliz, que es lo que anhelamos, a quienes queremos a nuestro lado. Todo surge de la propia experiencia, cuando nosotros estamos en juego. No cuando nos alcanzan un mapa con todos los obstaculos. Cuanta verdad esta entrada! Bendiciones, paz y mucha luz! Namaste!
ResponderEliminarLes cuento que fui una madre sobreprotectora,hasta que entendí que tanta protección debilitaba el crecimiento de mis hijos,ahora acompaño su crecimiento y los cuido sin interceder en sus experiencias,por eso me gustó mucho el cuento de Paulo Coelho.
ResponderEliminarGracias Rafael, Ambar, Londonnek y Yamil.
Les mando un afectuoso abrazo.