"El
camino del compromiso no es el camino de la perfección, pero sí el camino de la
determinación”
“Quiero ser un
empresario exitoso”
“Quiero ser una persona optimista”
“Quiero bajar de peso”
“Quiero una vida espiritual plena”
“Quiero… quiero… quiero”.
“Quiero ser una persona optimista”
“Quiero bajar de peso”
“Quiero una vida espiritual plena”
“Quiero… quiero… quiero”.
Muy
bien, está muy bien querer o desear algo. Por lo menos, ya se ha dado un paso
en comparación con la persona que ni siquiera sabe lo que quiere. Entonces
tenemos allí un punto para iniciar el tema:
1-Quiero algo:
Cuanto mayor sea el enfoque, mejor. Existen momentos en que deseamos tantas
cosas al mismo tiempo que nos confundimos y dispersamos. Cuando le apuntamos a
todo, no le acertamos a nada. ¿Qué es lo prioritario? ¿Si se cumple va a
afectar positivamente mi vida y la de otros? ¿Es lo más adecuado para este
momento de mi vida?
Respeto mucho a los que defienden la teoría del “no deseo”; ahora bien, a todos los autores que leí defendiendo esta postura, les encontré luego diciendo todo lo contrario sólo que esquivando la palabra “deseo”. No nos engañemos, el deseo existe y existirá; no te exijas algo que no es posible de cumplir.
Respeto mucho a los que defienden la teoría del “no deseo”; ahora bien, a todos los autores que leí defendiendo esta postura, les encontré luego diciendo todo lo contrario sólo que esquivando la palabra “deseo”. No nos engañemos, el deseo existe y existirá; no te exijas algo que no es posible de cumplir.
2-Decido algo: No alcanza con
“quiero algo”. Podemos pasarnos toda una vida queriendo algo, pero necesitamos
tomar decisiones. Necesitamos pasar de contemplar el cambio a decidirnos a
favor del cambio.
Decidir siempre cuesta porque implica desechar otras opciones. Si decido bajar de peso, tengo que despedir algunos malos hábitos. Si quiero una vida conectada con Dios, necesito tomar decisiones en mi agenda. Si decido ser una persona optimista, elijo cerrar la puerta a mi negatividad. Si decido mantener una relación de pareja estable e intensa, elijo cerrar las puertas al plan “B” (¿soy claro?).
Decidir siempre cuesta porque implica desechar otras opciones. Si decido bajar de peso, tengo que despedir algunos malos hábitos. Si quiero una vida conectada con Dios, necesito tomar decisiones en mi agenda. Si decido ser una persona optimista, elijo cerrar la puerta a mi negatividad. Si decido mantener una relación de pareja estable e intensa, elijo cerrar las puertas al plan “B” (¿soy claro?).
3- Me comprometo con algo: Tampoco elegir algo es suficiente. Necesito un compromiso diario
para sostener mis decisiones. Por ejemplo, algunos pacientes vienen a consulta
porque no soportan más su espíritu crítico y su pesimismo. Puedo proponerle
quizá un diario de gratitud para llenar en cada jornada. No hay que ser muy
brillante para saber que quienes toman la tarea en serio y se comprometen con
la gratitud, en un mes ya comienzan a tener una perspectiva de la vida
diferente (perspectiva que deberán seguir alimentando cada día de su vida).
En el otro extremo, algunos están esperando una explicación científica de
su caso, una interpretación que lo explique todo, dejarán la tarea y seguirán
inmersos en su negatividad.
El camino del compromiso no es el camino de la perfección, pero sí el camino de la determinación . Implica la intención de ir a fondo, de no guardarte nada, de no dar lugar a un posible autorreproche futuro por un tránsito tibio hacia lo que deseás.
El camino del compromiso no es el camino de la perfección, pero sí el camino de la determinación . Implica la intención de ir a fondo, de no guardarte nada, de no dar lugar a un posible autorreproche futuro por un tránsito tibio hacia lo que deseás.
Amigo,
¿ésta es la fórmula del éxito? No, dejemos eso para los “vendedores de fórmulas
de éxito”. ¿Es el camino al cumplimiento de todos tus deseos? No, tampoco. Si
quieres una vida espiritual más rica, no hay duda que la aplicación de estas
tres actitudes, te conducirán a buen puerto. Pero existen otros deseos que
quizá no lleguen a su punto de máxima satisfacción. Ahora bien, siempre habrá
valido la pena el intento y seguro habremos madurado a través de ese proceso.
¿Conclusión entonces? 1) Tengamos claro lo queremos (pidamos dirección a Dios
sobre lo que Él quiere para nosotros). 2) Tomemos decisiones firmes al
respecto. 3) Sostengamos un compromiso diario en esa dirección. Quiero, elijo,
me comprometo.
Gustavo Bedrossian.
Muy enriquecedor el texto en estos tiempos en que se cree (y se hace creer) que todos los deseos pueden satisfacerse.. un deseo bien satisfecho puede colmar más el alma que unos cuantos abandonados..
ResponderEliminarEstupendo. Me ha llegado justo, ahora que sé que necesito "autodisciplinarme".
ResponderEliminarLuna, Devi, que bueno que les haya sido util, un abrazo!!!!
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