“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone
"Hombre, conócete a ti mismo"
ResponderEliminarEntrada del templo de Apolo en Delfos.
¡ Y Cuántos gurús o falsos chamanes se interpondrán en nuestro camino! Como bien dices, en caso de duda, mejor buscar la respuesta hacia el interior y no a la inversa. Dejarnos guiar por el corazón, pues sólo él conoce el camino de la felicidad y la paz interior.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Beso entre cielo y tierra alumbrado por la luz y el brillo de los girasoles...
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo.
Un abrazo Rafael y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarAunque el gurú, o chamán o maestro, como quieras llamarlo sea honesto, siempre llega el momento de soltarle la mano y reconocer tu propia sabiduría. Un abrazo L´hel-lénic.
Un abrazo Olga !!!
Pues es cierto lo que dice Brian Weiss...encontrarnos a nosotros mismos y así hallaremos nuestro lugar
ResponderEliminarUn beso
Gracias Princesa, te dejo un beso !!!
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