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La herida del abandono.


Por causa de la herida de abandono y el miedo a no ser sostenido y caer, hacemos cosas infames: 
En ocasiones, chantajeamos. Mentimos.Nos martirizamos haciéndonos las víctimas.Nos hacemos daño reclamando atención.Y si no hay respuesta. Herimos.
Todo para no quedarnos solos.
Porque seguimos siendo niñas y niños asustados.Con miedo a que la oscuridad no desaparezca nunca.
Ahuyentando a los monstruos con trucos y fuegos artificiales.

Cada vez que alguien hace un movimiento que pueda indicar una huída. Temblamos.
Porque si se van, es que no nos quieren.
Si no nos quieren, es que hay algo malo dentro.
Si hay algo malo, es que nunca nadie se va a quedar.
¿Nunca nadie se va a quedar del todo?

Si nos portamos bien. ¿Por qué no?
Solo se puede abandonar aquello que se posee. Se puede abandonar un bastón en medio del camino. Se puede abandonar una carrera. Se puede abandonar incluso la vida. Pero las personas no pueden ser abandonadas.

Porque no somos de nadie.
No somos de nuestros padres.
Ni de nuestros amores.
Ni de nuestros trabajos.
Ni de nuestros hijos.

Pertenecemos al planeta y en forma temporal igual que una rama o un sapo.
Y cuando entiendes esto. Cuando sientes esto. Tan simple y tan complicado a la vez, eres libre.
Y ya no te haces daño.
Y ya no hieres.

Dejas que el resto haga lo que necesite.
Y aunque se marchen. Aún te tienes a ti misma
Y al resto del planeta... para disfrutar y no poseer

Autor desconocido.






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