Ir al contenido principal

Un corazón abierto es un corazón expuesto.



Esperando ser incluidos.
Mirando por la ventana, como lo hace un niño, aguardando que nos inviten a jugar.
Hambrientos de un abrazo… o por lo menos, una sonrisa.
Expectantes de que alguien se nos acerque.

Por otro lado, temiendo que en ese potencial acercamiento del otro:

No caigamos del todo bien
Alguien nos critique
Nos rechacen
Y lo que sería peor aún, nos abandonen y volvamos a quedarnos solos.

Como lo describe Susan Jeffers: “Necesitamos gustar… Quiero gustarte. Pero no me gusto, y si tú realmente llegas a conocerme es probable que tampoco te guste. Es por eso que pretendo ser diferente de lo que realmente soy… De esa manera, vivimos con el pensamiento aterrador de que ´Si no los conformo, pueden irse´… La soledad es, a menudo, el resultado de un corazón cerrado. Nuestro temor a ser heridos, rechazados o juzgados nos congela en nuestra soledad”.

Y ahí estamos. Deseosos de conexión. Anhelando ser amados. Y al mismo tiempo, llenos de miedos. ¿Hay salida? Sí, pero con un cambio rotundo de perspectiva. Mientras creamos que la solución viene de afuera y que el amor de los demás nos rescatará, estaremos siendo esclavos del temor al rechazo y al abandono.

El amor echa fuera el temor.
Cuando nos enfocamos en amar, ya no estamos pendientes de cuánto nos amarán.
Cuando salimos a abrazar, no nos quedamos con la necesidad de un contacto humano.
Cuando sonreímos, las sonrisas en los demás aparecerán.
Cuando gustamos de lo que hoy somos, aún siendo tan imperfectos, no necesitamos de un “Me Gusta”.
Un corazón abierto es, por definición, un corazón expuesto. Seguramente un corazón que recibirá nuevas heridas y que necesitará de nuevas cicatrices. Pero seguirá siendo un corazón lleno de vida e intensidad. Cuando en este día, salgas a enfrentar la jornada con el largo listado de características que los demás supuestamente deben cumplir, desafíate a ser alguien más parecido a eso que estás esperando recibir. Da aquello que estás esperando recibir. Mientras des, serás rico.


       Gustavo Bedrossian.

Comentarios

  1. paoo si esta reflexion de amor es tuya te felicito me encanto, saludos!

    ResponderEliminar
  2. Reflexión proda y cierta, deberíamos pensar y sentir.
    Pero a veces estamos tan ocupados, que dejamos la vida pasar.
    Mano que no das, que esperas?
    Gracias Pao por esta reflexión.
    Hace tiempo que no nos leemos, sigo repasando, un abrazo.
    Ambar

    ResponderEliminar
  3. Me sentí identificada ... Mucho.
    Saludos.
    Muy buen blog.
    María Laura.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

A todo caminante que la vida trajo por aqui, le agradezco que deje su huella. Un abrazo!!!

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.