Ir al contenido principal

Guardar las alegrías.



Cuando conseguís encontrarte bien, la cuestión está, evidentemente, en conseguir que perdure este estado. En realidad, cuando has vivido un momento de armonía, de plenitud, es como si hubieras impreso algo: permanece en vos, imborrable. Entonces te preguntas, ¿por qué no perdura esta sensación? ¿Por qué al instante siguiente me siento inquieto, desalentado?.
Porque la vida es un perpetuo desfile y los instantes se suceden, presentándonos sin cesar nuevas impresiones ,nuevos acontecimientos, y como no has estado demasiado atento, no has sabido quedarte con las mismas impresiones, te has dejado llevar por otras ideas, otros sentimientos, otras actividades, con lo cual has perdido tu paz, tu alegría. Pero debes saber que las huellas de lo que has vivido han quedado en alguna parte de ti, ordenadas como discos o bandas magnéticas en tu discoteca.
El día que recuerdes que has tenido una voz magnífica que entonaba músicas celestiales, podes sacar ese disco, meterlo en tu aparato interior, y de nuevo te sentirás cautivado, prendido por el encanto: porque revivirás lo mejor de ti. Tienes que pensar en hacerlo... Tienes que pensar en volver a escuchar estas grabaciones divinas.

Ciertamente, en la vida, nos sentimos a menudo confusos, acosados, pero creanme, podemos, a pesar de todo, restablecer, mantener y salvaguardar estos estados de conciencia superiores. Tienes simplemente que acostumbrarte a vivir vigilante, con una atención constante hacia el mundo divino, pensando desde la mañana en hacer todos los movimientos propios de la vida cotidiana de forma que tus pensamientos vayan dirigidos hacia el Cielo.
Si te acostumbras a mantener esta actitud durante todo el día, verás que nada conseguirá hacerte vacilar durante mucho tiempo. Naturalmente, algunos acontecimientos pueden trastornarte, no lo niego; una mala noticia, una enfermedad, un accidente. Pero si te has acostumbrado a mantener en ti estados elevados, superarás esas molestias mucho más deprisa, porque habrás comprendido que no es a la materia, sino al espíritu, a quién Dios ha dado la omnipotencia.
Guarda pues, preciosamente, y tanto tiempo como sea posible, todo lo divino que has experimentado, pues cada momento que has vivido es eterno, podes volverlo a encontrar, está grabado en ti , nadie puede quitártelo.


Omraam M. Aivanhov.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.