Nuestra historia cultural, al igual que la personal, nos da a elegir entre la tranquilidad, la comodidad inmóvil de la obediencia o la inquietud de dejar de obedecer, de arriesgarse a transgredir y poseer el conocimiento sobre el bien y el mal para, recién ahí, conquistar el libre albedrío.
La libertad se conquista después de animarse a saber sobre el bien y el mal. Y a este conocimiento, parece decir el mito, no se accede si antes no nos animamos a rebelarnos a lo preestablecido. Teológicamente hablando, el libre albedrío empieza fuera del Paraíso.
El resultado “peligroso” de esta manera de pensar es que ser expulsados del Paraíso no parece entonces un castigo…
Volvamos a revisar el tema: ¿Cuáles fueron los castigos?.
Parir con dolor.
Depender de las decisiones de otro.
Trabajar para ganarse el pan.
Morir.
“Nada de lo que crees y nada de lo que generes
te va a ser gratuito, tus decisiones siempre involucrarán a otros
con quienes tendrás que aprender a convivir,
desde tu nacimiento hasta tu muerte.”
Imaginemos la voz de un padre o una madre diciéndole a su hijo estas mismas cosas en nuestras propias palabras:
un protegido, un infante; si quieres tomar decisiones, tendrás que trabajar
para poder comprar con tus propios recursos lo que desees.”
***
“Si no obedeces sin chistar lo que se te manda,
Nada te será fácil; en cambio, si decides obedecer sin cuestionar,
podrás tener todo lo que necesitas.
Si desobedeces…¡ arréglatelas como puedas!”.
***
“ De todas maneras, ahora que no estaré siempre para protegerte,
porque también yo voy a morir, es bueno que sepas que no eres
autoabascecente, que siempre va a haber otro cuya decisión
influirá sobre tu vida, en el presente y en el futuro.”
La salida del Paraíso está llena de avisos mucho más que de castigos.
Estos castigos son la sincera advertencia de lo que es la vida, fuera del Paraíso, no dependiente de nadie, contigo como responsable de lo que te pase.
La fantasía de la creación es maravillosa…
Gracias a ese “ castigo” nosotros existimos y somos .
El mito, más allá de la idea de Dios, es la historia de la humanidad.
Entre las condenas de la expulsión, la más difícil de tolerar es la que se refleja en la frase de Dios cuando le dice a Adán que, por haber comido del árbol, debe saber que de polvo es y al polvo volverá, es decir, morirá.
¿ No será este el castigo?.
Puede ser, pero también podríamos pensar que el verdadero castigo es la conciencia de que vamos a morir, tener absoluta conciencia de que nuestra vida es finita, de que no viviremos para siempre.
Aunque de todas maneras no parece un gran castigo. Puestos a elegir, ¿Quién en su sano juicio elegiría la inmortalidad?.
Jorge Bucay.
..El castigo es sólo una negativa a aceptar un "error" y no querer aprender de el.. es bueno tener errores, buenísimos.. Nos hace sentir vivos, porque nos atrevemos a ir más allá, donde aún no hemos estado.. 1 afectuoso saludo! Posees un blog muy profundo, enhorabuena! ;)
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