Ir al contenido principal

La seguridad del hogar espiritual .


Me despertó un mensaje: "Eres un carpintero que está construyendo su hogar espiritual -escuché-.
¿Cuántos martillos hacen falta para levantar tu hogar espiritual? Qué es mejor, ¿mil martillos o uno perfecto?
Lo que cuenta es la calidad de la casa, no cuántos martillos tiene el carpintero”.
Dedicamos demasiado tiempo a acumular martillos y no el suficiente a construir nuestro hogar espiritual.
A veces la familia biológica no es la verdadera familia de una persona. Puede que sus padres, sus hermanos
y sus demás familiares no lo comprendan. Puede que no le demuestren amor y cariño. Puede que le rechacen
y le traten con crueldad. Usted no está obligado a que le traten de forma inhumana. Ser el objetivo del
comportamiento abusivo de otras personas, sean su familia o no, no satisface ninguna responsabilidad
kármica. Maltratar o herir a una persona es un acto que la persona que maltrata realiza por propia voluntad.
Los malos tratos o abusos no son nunca merecidos.
Al ir creciendo, es posible que se vea rodeado por amigos, por personas que le quieran de verdad, que le
aporten la seguridad que da el sentirse querido y tratado con dignidad y respeto. Esos amigos y seres queridos
se convierten en la verdadera familia. Seguramente también compartirán sus valores espirituales, y entre todos
pueden ayudarse a evolucionar de forma positiva. Esa gente es su familia espiritual. Si su familia sanguínea,
su familia de origen, le rechaza, su familia espiritual le aceptará, le cuidará y se convertirá en la familia que de
verdad tendrá importancia para usted.
No estoy recomendando abandonar a la familia de origen ni dejar de mantener una buena comunicación y
un trato afectivo, pero no tiene que dejar que abusen de usted, ni psicológica ni físicamente. No tiene que
racionalizar el abuso y decirse que es algo tolerable simplemente porque procede de su familia, sus amigos o
su comunidad religiosa.
Hay un aforismo que dice que la sangre es más espesa que el océano. Quiere decir que, cuando las cosas
van mal y fallan los amigos o los conocidos, normalmente se puede contar con los parientes para que nos
ayuden. Yo digo que, si bien es cierto que la sangre es más espesa que el océano, el espíritu es más espeso
que la sangre. Siempre podemos depender de la familia espiritual para que nos ayude.


Brian Weiss.
Los mensajes de los sabios.



Comentarios

  1. Hola Pau, mas allá de la familia "física" que nos rodea y que es muy cierto, muchas veces son los que nos dan una mano cuando no hay nadie cerca o muchos miran para otro lado, existe una familia álmica a la que pertenecemos, es anterior a la que tenemos en nuestras vidas y nos viene acompañando de siempre, como dice el Dr Weiss...Preciosa nota! Gracias por ser parte de la familia!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

A todo caminante que la vida trajo por aqui, le agradezco que deje su huella. Un abrazo!!!

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.