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El Buda de madera.


Una de las historias más bellas es la de un monje zen que en una noche de invierno pidió que le permitiesen quedarse en un templo. Estaba tiritando porque hacía frío y fuera estaba nevando. Por supuesto, el sacerdote del templo se apiadó de él y le dijo:

—Puedes quedarte, pero solamente una noche, porque este templo no es un hotel. Por la mañana tendrás que marcharte.

En mitad de la noche, de pronto, el sacerdote oyó un ruido. Fue corriendo y no podía creer lo que estaba viendo. El monje estaba sentado junto a un fuego que había encendido dentro del templo. Y faltaba una estatua de Buda. En Japón las estatuas de Buda son de madera.

El sacerdote le preguntó:

—¿Dónde está la estatua?

El maestro señaló hacia el fuego y dijo:

—Tenía mucho frío y estaba tiritando.

—¿Estás loco? —exclamó el sacerdote—. ¿No te das cuenta de lo que has hecho? Era una estatua de Buda. ¡Has quemado a Buda!

El maestro miró el fuego, que estaba desapareciendo,y lo removió con un palo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó el sacerdote.

—Estoy tratando de encontrar los huesos de Buda —respondió.

Estás loco de remate —dijo el sacerdote—, es un Buda de madera. No tiene huesos.

Entonces el maestro dijo:

—La noche es larga y cada vez hace más frío. ¿Por qué no traemos también esos otros dos budas?

Por supuesto, le echaron del templo inmediatamente. ¡Ese hombre era un peligro! Cuando le estaban echando, dijo:

¿Qué hacéis, estáis expulsando a un buda vivo por respeto a un buda de madera? El buda vivo estaba sufriendo tanto que tuve que ser compasivo. Si Buda estuviese vivo habría hecho lo mismo. Él mismo me habría dado esas tres estatuas. ¡Estoy seguro! Sé que él habría hecho lo mismo. Pero ¿quién lo escuchaba? Le echaron a la nieve y cerraron las puertas. Por la mañana,cuando salió el sacerdote, se encontró al maestro adorando un mojón sobre el que había colocado unas flores. El sacerdote volvió y le dijo:

—¿Y ahora qué haces, adorar un mojón?

El maestro dijo:

—Cuando llega la hora de rezar, creo mis budas en cualquier parte, porque están en todas partes. Este mojón vale tanto como los budas de madera que tienes ahí dentro. Es una cuestión de actitud. Cuando miras con ojos adoradores, entonces todo se vuelve divino. Una verdadera persona de conocimiento no es dura con los demás y tampoco consigo misma, porque la energía es una y la misma. Una verdadera persona de conocimiento no es masoquista. No es sádica ni masoquista. Una verdadera persona de conocimiento comprende que sencillamente no hay separación; todo es sagrado, incluido él mismo, y vive con esta comprensión. Vivir una vida que se sustenta en la comprensión es compasión. No intentes practicarla; solo relájate profundamente en la meditación. Durante la meditación, permanece en un estado de relajación yde repente podrás oler la fragancia que surge de tu ser más profundo. Entonces florece la flor y se expande la compasión. La meditación es la flor y la compasión es su fragancia.



Osho.

“Compasión: el florecimiento supremo del amor”.



Comentarios

  1. Unicamente darte las gracias por tan bella historia, compartirla es en si mismo un gran regalo para todos los que la leamos.
    Un abrazo

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A todo caminante que la vida trajo por aqui, le agradezco que deje su huella. Un abrazo!!!

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