“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone
Carl Jung...hombre como pocos, pionero en psicología profunda. Los opuestos son necesarios para crecer, por eso existe la dualidad, vinimos a evolucionar. Si solo habría felicidad no la conoceríamos ni valoraríamos en su verdadera dimensión. Gracias,Beso!
ResponderEliminarPao, es un placer pasar por tu blog, la música, el viento moviendo el llamador de ángeles...¡todo es armonía!
ResponderEliminarY encontrar esta frase de Jung, que nos recuerda que hay Luz porque existe la oscuridad.
Un abrazo!!!
En la noche más oscura se encuentra siempre la LUZ.
ResponderEliminarTodo es necesario para el justo equilibrio, para que aúnque no lo parzca cada vida tenga sentido.
Gfracias.