Ir al contenido principal

Carta a un hijo.


(Que podría escribir una madre que ahora mismo despertara...)


Hoy me di cuenta de que la Vida es infinitamente más maravillosa de lo que creía y de lo que te hice creer...
Siento la necesidad de escribirte para contártelo y dejar que el poder de esta carta llegue a ti, aunque ahora no sepas leer aún.
Me he dado cuenta de que no eres mío... Ni tu cuerpo, ni tu alma, ni tu destino lo son.
Comprendo al fin que el Amor sin Libertad no existe. Que el Amor sin Confianza no existe... Pero antes no lo sabía.
Ahora comprendo también nuestra historia... y la mía propia.
Naciste y te impuse una vivencia alejada de tu necesidad como cría de mamífero...Ignoré tus necesidades y te alejaste de ellas... Impuse mis criterios a los tuyos. Criterios que en realidad ni siquiera eran los míos, los de mi corazón...
Cuando fuiste creciendo, traté de convencerte de que no eras el protagonista de tu realidad. Te dirigí, te premié y te castigué. Te dije cuándo eras bueno y cuándo malo. Te enseñé cuándo comer, qué y cuánto. Te obligué a estarte quieto o a callar. También te obligué a ir más deprisa o a decir cosas cuando no querías hablar...
Sólo ahora me doy cuenta de que no me elegiste para que te explique cómo son las cosas, ni lo que necesitas.
Me acostumbré a mentirte y a mentirme. A no explicarte lo que nos pasaba, pues yo misma no me daba cuenta de por qué no éramos felices.
Te sobreprotegí y te hice sentir cuánto desconfiaba de ti...
También desconfiaba de mí misma y de mi sabiduría como madre.
Te fui quitando, sin saberlo, al igual que hicieron conmigo, tu capacidad de darte cuenta por ti mismo de lo que deseas, de lo que puedes o no puedes hacer, de elegir cómo son las cosas.
Eres Perfecto y eres Libre.
Ahora quizás no me crees. Te llevé a pensar que la Magia sólo son engaños y trucos.
Naciste con el conocimiento innato de que eres el creador de tu propia realidad. Pero lo has olvidado.
Tu vida es libertad absoluta, aunque hasta ahora te hayas sentido enjaulado...
Yo misma me encargué de transmitirte todos los condicionamientos limitantes de esta sociedad, de tu familia y los míos...
Aceptaste las mismas pautas que sostienen otros sobre cómo debe ser tu vida.
Pero esa Verdad es un conocimiento tan claro para tu Ser que cuando alguien trata de impedir que crees tu propia vida, sigues protestando poderosamente.
Nunca te gustó que otros te dijeran lo que debías hacer.
Insistí en obligarte a encajar en la sociedad, pues pensaba que así te evitaría futuros problemas. Te presioné y permití que otros lo hicieran también...
Siempre que renunciaste a tu poderoso derecho de elegir, lo hiciste con ojos tristes, con la resignada actitud de quien camina en contra de su alma.
Miro hoy en tus ojos y aún conservan brillo.
Aunque en otro tiempo no lo entendí y luché por doblegarlo, me maravilla la fuerza de tu espíritu Libre.
Hoy trato de recordarte que tenías razón: que eres libre, que siempre lo has sido y que siempre lo serás.
Mas no me creas, compruébalo.
No permitas que otros traten de crear tu realidad (es imposible que lo consigan).
Pero debes protegerte de la influencia (sobre tus ideas) de los que han olvidado su propia Verdad.
Busca la sinceridad para contigo mismo.
No trates de complacerme o complacer a otros.
Hoy mismo dejaré de persuadirte o convencerte.
Para permitirte recuperar tus propios deseos.
Sé que cada uno de ellos puede realizarse.

Te Amo.

Cristina Romero Miralles.

"Pintará los soles de su camino."

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.