Amad toda la vida en la que Dios transita
Esta alegría inmensa de ser hombres
El don de hablar con amor toda palabra
Esta certeza de morirnos una tarde
Esta seguridad de volver cualquier mañana
Esta grandeza de vivir al pie de nuestra propia alma
Amad la muerte que nos quita una madre o una amiga
Las lagrimas de la ternura inesperada
Amad a los que sufren un amor metafísico
y a los que aún padecen un olvido divino
Amad a las personas que nacieron con melancolía
A todos los que llegaron por la noche
con la mitad de una canción entre los labios
Amad a las muchachas que padecen del pecho
y a las que van descalzas al fondo de la noche
Amad a las muchachas que sonríen
al escuchar alguna voz querida,
pero también a aquellas
que nos pueden herir sin ser heridas;
decídles que el amor puede amar el olvido
Amad a las que siempre ausentes viven
en la delgada niebla de una fotografía
Amad a los mendigos del camino
y a los que aun no tienen su castigo.
Amad a aquellos que aun no existen
y que, ansiosos, desde un lugar divino
quieren bajar a uniformarse de cautivos.
El ancho mar antiguo, constructor de trirremes
Vuestro futuro peso de escultura apagada
dentro la gran certeza del manto subterráneo
El espacio por donde vuestra alma sube y canta,
encuentra el terciopelo aéreo de la nube
y la presencia interna de Dios dentro de la nada
Amad los cataclismos en su crueldad perfecta
La primavera henchida de nidos y espigas,
perfumada y magnifica, gozosa e inconsciente
La mariposa blanca que recibe en sus alas
todo el profundo peso de las noches de mayo.
Los astros, las montañas; la gacela y el ángel
La luna, los arroyos, el mar y los adioses
La gloria de que el cielo sea un estado de alma
Y la delicia oculta de morir en los dioses.
César Dávila Andrade.
Hola Pao¡
ResponderEliminarVi que te uniste a UNIBLOG y decidí pasear por tu sitio, y he comprobado que pones mucho corazón en lo que escribes, no exento de gran calidad. Te felicito, así que te seguiré.
Un fuerte abrazo